sábado, 29 de septiembre de 2012

Cargo una pena y una gloria

Entrevista a Magali LLort, madre de Fernando González, uno de los Cinco
“Me dijeron que pudiste hablar con los niños de La Colmenita; imagino como se habrán impactado, lo que significó haberte escuchado, pero me respondió: ‘para ellos solo no, lo que representa para mí’”. Magali Llort no esconde el orgullo por la confesión de su hijo Fernando,quien no deja de sorprenderla.

Usted carga una pena, pero también una gloria. “Si no fuera por esa gloria me costaría mucho más trabajo. Con independencia del dolor por la falta del hijo en la casa y de las trampas del sistema judicial norteamericano, que no reconoce la necesidad, el valor y el sacrificio de estos hombres, me siento muy orgullosa de ellos”.

¿Se acostumbra a su ausencia?

“Nunca me acostumbraré a no tenerlo, sí a la idea de que mi tiempo ya no es mío, es de la lucha por el regreso de los Cinco; estamos en el campo de batalla y somos soldados. Sus familiares somos los más comprometidos, si no fuera así ¿cómo pedirles a otros que nos acompañen? Tenemos que agradecer a muchas personas. Cualquiera que no esté permeado de resquemores y tenga calidad humana, nos puede acompañar”.

Algo particular del último viaje a Europa.

“Me sorprendió cómo ha aumentado el conocimiento sobre los Cinco, no solo por la cantidad de personas sino por el manejo del tema, en particular del periplo judicial. Ya no hay que explicarlo desde el principio; la causa se ha expandido y la gente se involucra. El trabajo de la solidaridad tiene efectos positivos, por eso hay que seguir intensificando la divulgación, las acciones.

“Adriana, la esposa de Gerardo, y yo estábamos en Barcelona en el momento de la salida de René de la prisión, y el colmo de la solidaridad llegó cuando los jóvenes de la Sociedad Cultural José Martí que nos atendían, nos llevaron la grabación de la Mesa Redonda y la vimos transitando por la carretera.

“Nos removió las entrañas; por mucho que uno quiera, pasen los años y parezca que estamos preparadas, lo disfruté como si fuera la salida de mi hijo Fernando. Nos conmovieron las escenas, la alegría en el rostro de René y el vacío de que Olga no estuviera allí recibiendo su abrazo.

“El Gobierno de Estados Unidos pudo hacer algún gesto especial ante una situación como esa: otorgarle la visa a Olga o permitir que René regresara. Tenemos que presionar a Obama; él tiene en sus manos la posibilidad de liberarlos.

“Estamos seguros de que en algún momento habrá alguien con suficiente honestidad o vergüenza para declarar que ya ha sido bastante el castigo, no solo a los Cinco, sino también a sus familiares y al pueblo de Cuba”.

Si la injusticia se mantiene, Fernando es el próximo que debe salir…
“De acuerdo con el programa del sistema injusto que los está juzgando, debe salir en febrero del 2014. Luchamos para que ninguno de ellos tenga que cumplir su condena. No podemos disminuir la fuerza, ni dejarnos llevar por situaciones, siempre hay un huequito…, el médico que deba atender a un niño grave nunca podrá decir no tengo tiempo. Así sucede en este caso”.

Fernando no tendrá que cumplir libertad supervisada como René y Tony. ¿Prefiere recibirlo aquí o allá?

“No sé como estarán las relaciones Cuba-Estados Unidos para el 2014. Quizás me den una visa y pueda recibirlo en la puerta de la prisión, a lo mejor no, y nos encontremos aquí, pero me gustaría verlo salir de aquel lugar que me ocasiona tanta tristeza.

“Uno de esos días durante mi última visita en mayo, cuando llegué a la prisión salía un preso con sus documentos en la mano y una persona al lado —esposa o hermana, no sé, eran relativamente jóvenes los dos— y eso me llegó al alma, qué felicidad tiene que haber sentido al verse fuera de las rejas, de esas paredes de ladrillos rojos tan impresionantes, sentir que respira y no está obligado a cumplir con la disciplina férrea de hacer siempre lo mismo a la misma hora, mirándole los ojos a los guardias.

“Cuando vi a ese ser pensé ¿cuándo veremos salir a los nuestros? ¿Cuándo se abrirán las puertas para las personas que, como los nuestros, cumplen condenas injustas?”

¿Le contó esa experiencia a su hijo?


“No. Me daba dolor enfrentarlo a esa situación, me parecía que era llevarlo a una ilusión cuando faltaba mucho para que él pudiera disfrutarla. Sentí lástima, pero me conmovió”.

Se acerca el fin de la prisión.

“Para Fernan sí, para los otros no”.

¿Comienza a imaginarlo?

“Es inevitable, aunque a veces no quiera pensar en eso porque falta todavía; pero a lo mejor es antes y vuelven juntos”.

¿Cómo vislumbra la situación para Gerardo?


“Gerardo me ocasiona mucho dolor. No podemos permitir que se prolongue esa injusticia; ningún ser humano vive dos vidas. Tiene que haber una fórmula, y tengo confianza. Lo mismo que me estoy preparando para resistir hasta el final, no dejo de pensar en la posibilidad de que Gerardo esté con nosotros también”.

¿Alguna novedad sobre Fernando?

“Les diré algo: se está dedicando a pintar. Me sorprendió el día que llegué a la casa de Rosa Aurora y encontré una pintura de ella hecha por Fernando. Ha tomado ese camino, algo que me extraña, porque siempre ha tenido mucha capacidad para pensar y poca destreza con sus manos.

“Si me dijeran que hace paisajes, donde una florecita le puede quedar corrida o más rosada que las otras..., pero las caras de las personas no se pueden cambiar, no les puede hacer una cirugía plástica.

“Sin pensar que ha hecho una cosa óptima, tiene que haber pasado mucho trabajo para el resultado que nos entrega, aunque no me quitó ni una arruga para ponerme un poco más joven”.

¿Cuánto ha cambiado Fernando en estos trece años?

“Todos dicen que es el que mejor se conserva. En Cuba cogía mucho sol, ahora apenas lo ve; no es canoso, le están saliendo algunas canas, tiene sus entradas.

“Es de cutis graso y quizás el hecho de estar en un lugar frío lo ha ayudado a mantener la piel, no obstante cuando llegas después de año y medio o dos sin verlo, notas el cambio, los años, ya tiene 48.

“Nunca ha sido refunfuñón, sí muy metódico; le gusta dar consejos, analizar situaciones, sentar pautas. Manda con mucha suavidad. Le gusta decir lo que cree que uno debe hacer para que por lo menos lo tomes en cuenta.

“Cuando pregunta dónde están las cosas en casa, pienso que es para sentirse partícipe de la vida familiar. Está lejos pero no sustraído.

“Un día le pregunté, Fernan qué haces cuando nosotros nos vamos de la visita, y me dijo: me acuesto, cierro los ojos y me parece que estoy flotando”.

¿Su mayor añoranza?


“La de él es llegar a Cuba y darle un abrazo a Fidel.

“¿La mía? Es un jodedor y lo extraño en todo, esencialmente los domingos que vienen mis hijas a almorzar y él es el único que me falta. Yo hice la promesa de que no iba a haber yuca aquí y no se cocina yuca, más nunca la he comprado. Eso es un compromiso conmigo misma, hasta que él se siente en esta mesa”.

¿Cómo se prepara para esperar el 2014?

“No me quiero preparar. Estoy tratando de cuidarme un poco, ya son 73 los años que voy a cumplir y aunque la expectativa de vida en Cuba va subiendo, con el ritmo que llevamos no sé si me dejará estar entre el índice que sube o el que se va. Pretendo disfrutar de su regreso por mí y por el recibimiento que le dará este pueblo a esos cinco hombres”.

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