Palabras del abogado José Pertierra en la presentación el 9 de julio 2009, en Washington, de la exposición de pinturas de Antonio Guerrero Rodríguez, uno de los Cinco cubanos prisioneros en los Estados Unidos por luchar contra el terrorismo organizado contra Cuba desde Miami. Tony cumple una sentencia de cadena perpetua más 10 años por crímenes que no cometió, y un jurado prejuiciado imputó sin prueba alguna.
Mirta Rodriguez, la mamá de Tony, en la presentación de la exposición de su hijo en La Habana. (Foto de Archivo)
El día que el tribunal lo sentenció a cadena perpetua, más 10 años, en una celda de máxima seguridad, Antonio Guerrero le explicó a la Jueza Lenard por qué Cuba lo envió a los Estados Unidos.
Mirta Rodriguez, la mamá de Tony, en la presentación de la exposición de su hijo en La Habana. (Foto de Archivo)
El día que el tribunal lo sentenció a cadena perpetua, más 10 años, en una celda de máxima seguridad, Antonio Guerrero le explicó a la Jueza Lenard por qué Cuba lo envió a los Estados Unidos.
Cuba, mi pequeño país, ha sido atacado, agredido y calumniado, década tras década, por una política cruel, inhumana y absurda. Una guerra verdadera, voraz y abierta de terrorismo, precursor del horror; de sabotaje, generador de ruinas; de asesinato, causante del dolor, del dolor más profundo, la muerte… ¿Dónde se han fraguado y financiado tan incesantes y despiadados actos? En su gran mayoría, en el propio territorio de los Estados Unidos de América.
Con la tarea de infiltrar a los grupos terroristas responsables por el asesinato de más de 3 400 cubanos durante las últimas cuatro décadas, Tony formaba parte del equipo de agentes que Cuba envió a Miami para acumular información. El equipo no trató de infiltrar a las agencias gubernamentales de Estados Unidos, y tampoco obtuvo ningún documento clasificado. Su único propósito era acumular las evidencias necesarias para que el FBI arrestara a los terroristas.
Dos dibujos de Tony: Vilma Espín y Mariana Grajales.
En junio de 1998, el FBI realizó varias reuniones secretas con oficiales del gobierno cubano en La Habana. Sin revelar como había obtenido las pruebas, Cuba compartió con el FBI 175 páginas de documentos relacionados con 31 ataques y planes terroristas que ocurrieron entre 1990 y 1998, más la ruta de los dólares (de New Jersey y Miami) que financiaron esos ataques.
Dos dibujos de Tony: Vilma Espín y Mariana Grajales.
En junio de 1998, el FBI realizó varias reuniones secretas con oficiales del gobierno cubano en La Habana. Sin revelar como había obtenido las pruebas, Cuba compartió con el FBI 175 páginas de documentos relacionados con 31 ataques y planes terroristas que ocurrieron entre 1990 y 1998, más la ruta de los dólares (de New Jersey y Miami) que financiaron esos ataques.
Cuba también le entregó al FBI audio-cintas de 14 conversaciones comprometedoras del autor intelectual de la campaña de terror, Luis Posada Carriles, más 13 videos y audio-cintas de cómplices de Posada con detalles de los crímenes. Gracias a Tony y a su equipo en Miami, Cuba pudo compartir con el FBI los nombres, direcciones, números de teléfonos y hasta los números de chapas de los automóviles de los terroristas.
El FBI le agradeció a Cuba la evidencia y prometió investigar los crímenes. La investigación ocurrió, pero el resultado fue sorprendente. En vez de arrestar a los terroristas, el FBI utilizó la evidencia que Cuba le dio para arrestar a los Cinco.
¿Por qué?
Los Estados Unidos habían entrenado y dirigido a los terroristas de Miami, quienes eran una parte importante de la guerra encubierta contra Cuba durante la Guerra Fría. Por cincuenta años, el gobierno de los Estados Unidos los ha protegido y mimado, en vez de encarcelarlos y enjuiciarlos.
Miami es su ciudad preferida, colmada de hostilidad y prejuicios contra Cuba. No es casualidad que los terroristas gravitan hacia sus playas. Miami los ampara y los festeja, como si fuesen patriotas o héroes. Solamente en Miami podía el gobierno ganar un caso contra los Cinco.
La raison d’etre para la presencia de los Cinco en los Estados Unidos era conseguir evidencia para arrestar y procesar a Posada Carriles y su red terrorista. Èl es el autor intelectual de gran parte del terrorismo contra Cuba. Después de la caída del bloque socialista, la economía cubana se iba a pique, y se abrió al turismo en búsqueda de dinero en efectivo.
Para espantar el turismo hacia Cuba, los inescrupulosos fanáticos de Miami lanzaron una campaña de terror contra la Isla. Hicieron explotar bombas en los más lujosos hoteles y restaurantes de La Habana: en el Hotel Nacional, el Meliá Cohíba, La Bodeguita del Medio, el Chateau Miramar, el Tropicana, y otros.
El 4 de septiembre de 1997, una de esas bombas mató a un joven italiano llamado Fabio Di Celmo en el Hotel Copacabana, en La Habana. Una esquirla de un cenicero de vidrio le cortó la arteria yugular. La sangre brotó rápidamente de la parte izquierda de su cuello, y murió en pocos minutos.
Un año después, Luis Posada Carriles admitió al New York Times que había sido el autor intelectual de las bombas que explotaron en La Habana. “Ese italiano”, le dijo a la corresponsal del periódico Anna Louisa Bardach, “estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado, pero yo duermo como un bebé”.
Cuando mató a Fabio a sangre fría, Posada ya era un fugitivo de la justicia. Tenía 73 cargos de homicidio pendiente en Venezuela debido al derribo de un avión de pasajeros en 1976. El siniestro acto terrorista resultó en el asesinato de los miembros del equipo cubano de esgrima, entre otros pasajeros. Iba también una niñita guyanesa de 9 años llamada Sabrina Paul.
Sin embargo, en vez de extraditarlo a Venezuela, los Estados Unidos aún protegen a Posada y desatienden la solicitud de Venezuela.
Fabiucho, como lo llamaban sus padres, era el hijo menor de Giustino y Ora. Tenía solamente 22 años cuando fue cruelmente asesinado. Le encantaba leer y jugar fútbol. Estaba locamente enamorado de Cuba y de su pueblo. Hace dos meses conversé con Giustino Di Celmo en La Habana. El papá de Fabio tiene 90 años. En el restaurante de la capital cubana que lleva el nombre de su hijo, él me comentó que le había escrito una carta a Antonio Guerrero, a Tony, de la cual copié estas líneas:
El primer rayo de sol de los próximos días debería caer sobre la oscuridad tendida a la injusticia monstruosa del encarcelamiento de ustedes.
Giustino, estos dibujos de Antonio Guerrero son rayitos de sol que caen sobre la oscuridad tendida a la indiferencia monstruosa del gobierno de los Estados Unidos ante el sufrimiento de los Cinco. Nos toca a nosotros convertirlos en relámpagos de acción.
“La vida es vida, solo si hay valor”, dijo Tony en uno de sus preciosos poemas. Encontremos el valor para tomar las riendas de la lucha para liberar a los Cinco de la injusticia monstruosa de su encarcelamiento.
Recordemos hoy aquí, y repitamos sin descansar, que Tony vino a los Estados Unidos para impedir el crimen, no para cometerlo. Recordemos que el gobierno de los Estados Unidos ha virado la justicia al revés y confina a prisión a los héroes. Recordemos que protege a los criminales, permitiéndoles que continúen su campaña terrorista contra Cuba.
El 16 de junio, la Corte Suprema rechazó sin comentarios la solicitud de revisar las condenas de los Cinco. El caso está ahora en las manos del Presidente de los Estados Unidos. Con un plumazo, el Presidente puede resolverlo. Puede reducirles las sentencias a tiempo-cumplido, para que ellos regresen a su patria, junto a sus familias. El Artículo 2 de la Constitución de los Estados Unidos le otorga al Presidente el poder de Clemencia Ejecutiva. Ese poder no tiene limitantes.
La normalización de relaciones entre Estados Unidos y Cuba no es posible, mientras los Cinco permanezcan injustamente encarcelados y los terroristas vivan libres. Los terroristas tienen que estar presos y los antiterroristas, libres.
Desde su celda en Colorado, Tony escribió:
Como el agua, pura y clara, Corre en su arroyo serena, ha de correr la ternura, Cuando aparece una Pena. . . No hay dolor que no sea tuyo. No hay sufrir sin compartir. Se ha de tener un orgullo, Saber dar sin recibir.
Presidente Obama, nos dice que no le gusta mirar hacia el pasado, pero, Sr. Presidente, tiene usted que comprender que Posada y los otros cubanos de Miami fueron las herramientas de terror que usó su gobierno contra Cuba. Por eso, el FBI no los arrestó, y por eso arrestó a los Cinco.
Su responsabilidad es ahora rectificar esa injusticia. Su responsabilidad es poner fin a un bloqueo cuya premisa es causar la hambruna para que los cubanos se rindan, y una campaña de terror para tratar de doblegar a un pueblo honorable: esa es la sórdida historia que usted heredó de sus predecesores en la Casa Blanca.
Sr. Presidente, tiene que sanar estas heridas abiertas. Estados Unidos es la nación más poderosa en la historia de la civilización. En vez de ser la más cruel, ¿no debiese ser la más generosa, la más humana?
Sr. Presidente Obama, la Guerra Fría se acabó. Por las víctimas del terrorismo, por el sufrimiento que este ilegal e inmoral bloqueo ha causado en Cuba, por el bien de su país, por el bien del futuro, sane las heridas: acabe con el bloqueo, extradite a Posada y libere a los Cinco.
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